martes, 16 de agosto de 2011

Top 10 del Extasis Sexual Psicoactivo (Según PijamaSurf.com)

A veces el camino del exceso lleva al palacio de la sabiduría, las sustancias más aptas para entrar por la puerta secreta al palacio. Sabiduría popular y química de vanguardia se combinan para sintetizar la llave.



Desde tiempos inmemoriales el hombre ha buscado el éxtasis como una comunión con el universo que lo rodea. Fundamentalmente existen tres caminos para reconectarse con este sentimiento oceánico de unidad: las prácticas ascéticas, la sexualidad y las drogas (generalmente en un contexto sagrado). Algunas veces estos caminos confluyen y aunque idealmente lo mejor sería la confluencia del ascetismo seguido del sexo, generalmente, en la búsqueda impaciente de la otredad, se opta por combinar las drogas con el sexo. El máximo activista de los psicodélicos, Terence Mckenna, decía que irse a la tumba sin haber tenido una experiencia psicodélica era como morirse sin jamás haber tenido sexo o, en otras palabras, sin haberse dado cuenta de lo que en verdad se trata este juego. Bajo este tenor surge inevitablemente el dilema de por qué no hacer las dos al mismo tiempo.
Es sabido que el sexo puede ser una droga y es cierto que en ocasiones las drogas pueden ser como tener sexo contigo mismo (o con el universo). No recomendamos utilizar drogas para acentuar, conseguir o manipular una experiencia sexual. Evidentemente el acontecimiento sexual debiera ser en sí mismo suficientemente estimulante. Como se dice entre las tradiciones esotéricas, en la cópula humana se puede acceder a la misma energía que creó el universo. Antes que intentar una estimulación química es recomendable intentar las técnicas ancestrales del éxtasis, como el tantra y el yoga, o, acaso, para los más osados, la magia sexual de las sociedades secretas de Occidente.
No incluimos sustancias que permiten a una persona forzar u obligar a través de un artilugio químico a otra persona a tener una relación sexual, entre esta sustancias se encuentran algunos barbitúricos, los llamados “ruffies”, el toloache y, aunque con resultados cuestionables, la yumbina. Por supuesto dosificar a alguien de un poco de ecstasy o de mandrágora, por ejemplo, podría manipular a favor del “dealer” una relación sexual, sin embargo, estas sustancias también pueden ser utilizadas con conciencia y voluntad para la hiperestesia sexual y es en este sentido que hacemos esta profundamente divertida investigación sobre los usos y costumbres de la posmodernidad en búsqueda del arrebato.